miércoles, 18 de octubre de 2017

Dice el dicho...

Dice el dicho popular (y yo lo escuchaba en boca de mi abuela), "no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia". Y no me había parado a pensar sobre su aplicación emocional/espiritual en el mismo hasta que durante una reciente clase de yoga integral, cuando hablábamos sobre el encrispamiento emocional y la ira que estamos viviendo en nuestros días y cómo a través del yoga y la meditación, podemos encontrar herramientas que sofoquen ese fuego violento que nos arrasa a todos y a todos. Más información no significa más informados, ni nos dota de una opinión objetiva y constructiva de la realidad. Por el contrario, nos ofusca y transforma la vibración repleta de inocencia y generosidad con la que venimos de origen, de fábrica. 

"No es más (..,), sino el que menos se ensucia"... ¿Porqué nos permitimos enlodazarnos hasta las orejas? Salimos de la clase de yoga con pensamientos positivos o en todo caso "neutrales", para que al llegar a casa nos sentemos frente a la TV, o los debates repletos de insultos o mentiras, o a soltar barbaridades por what's app, o a leerlas de aquellos que no se han enterado que las redes sociales sirven para muchas más cosas que para vomitar su frustración y odio por todos y todo aquello/os que no sean de su misma razón. 

No, el Yoga no se acaba al salir de la sala, ¡empieza!, empieza por no dejar contaminar nuestra poderosa, expansida y luminosa vibración, y desde ahí, demostrar que el mundo puedes ser diferente, que podemos actuar y pensar desde el respeto y la ecuanimidad. 

Que lo que tu mente piensa, se transforme en mensaje de unidad, si no.... no malgastes esa energía ni materialices tus pensamientos en palabras y acciones en aquello que causa sufrimiento. Todos tenemos que aprender. Feliz "veroño" :P


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